miércoles, 11 de junio de 2008

Y DE LO MIO ¿QUÉ?

Me decía una amiga el otro día: Yo quiero que me suban el sueldo, para así, poder pagar las subidas que piden los pescadores, los camioneros e incluso para poder coger un taxi. El petróleo está intocable, eso es cierto, pero las presiones por el coste de un producto, que además no controlamos, son un error. De todas maneras, si recordáis las palabras de Aznar y su gobierno, cuando aseguraban que el precio del Petróleo bajaría con la invasión de Irak y ver los precios que tiene actualmente, es para irse a por ellos y cantarles las cuarenta.

Por poner un ejemplo y sin que sirva de crítica. Un pescador nos dice, o me bajan el coste del carburante o no puedo salir a faenar y yo le pregunto al pescadero cuando voy a la compra, como ha subido tanto los precios, y él me contesta, es que los combustibles están más caros y a mi me lo venden mucho más caro. Pues no amigos, alguien miente, alguien se aprovecha de la situación, porque el pescador dice que el pescado está más barato que hace años; el transportista, tiene que cerrar el negocio porque no gana; el pescadero, este año, no puede irse de vacaciones y yo lo pago mucho más caro. ¿Qué pasa aquí? ¿Somos unos cachondos y nos gusta vacilarnos entre nosotros?

Yo le pediría a los periodistas, al gobierno y a la oposición, que en lugar de contarnos cada uno, su versión de lo mal que está todo y si son galgos o podencos (Parece que gusta asustar a la gente y decirle que va a sufrir los clavos de cristo), que nos digan, por ejemplo, cuanto cuesta una pescadilla. Es decir, cuanto cobra el pescador, cuanto la lonja, cuanto el intermediario, cuanto el transportista, cuanto el de Mercamadrid, cuanto el pescadero y cuanto Hacienda.

De ese desglose, nosotros sabremos discernir quien miente y quien se forra y lo mismo podríamos decir en el caso de las frutas y las verduras y así con otros muchos productos de primera necesidad. También podríamos aplicárselo a la vivienda: cuanto le costó un piso a una persona, cuantos años hace que lo compró y en cuanto lo vende y podremos saber si especula o no con el. Y si es nuevo, cuanto cuesta el suelo, cuanto la construcción, cuanto el proyecto y dirección de obra, cuanto la comercialización, cuanto la financiación y cuanto los impuestos y ala, a analizar.

Pero lo que no se puede es pedir que se solucionen tus problemas, por que son vitales y los de los demás no. El precio del combustible es prioritario para el precio del pescado, del transporte, etc. Pero para la venta de pisos son vitales, los tipos de interés o la liquidez del mercado. Y tanto derecho tiene el transportista a pedir que abaraten el petróleo, como el vendedor de pisos, a pedir que bajen los tipos de interés, pero por suerte, ambas cosas, no dependen del gobierno español. El Gobierno u otras Administraciones no tienen ningún “Maná”, las ayudas y subvenciones salen de los impuestos de todos y cada uno tenemos unas ayudas que pedir.

Se amenaza con huelgas, con desabastecimientos, con grandes atascos, es decir, con perjuicios para la mayoría de los españoles y además, todos esos españoles recibiremos como compensación a nuestros sufrimientos, unos precios más altos, porque la única solución que tienen los transportistas o quienes dependen del petróleo, es subir los precios. A no ser que sean otros los problemas y lo que sucede es que se utiliza la subida del combustible como espoleta. ¿Por qué no pueden repercutir los costes? Tal vez porque hay más oferta de transporte que cosas a transportar, no será que el transporte tiene que regularse al igual que le está pasando a las inmobiliarias. Tal vez muchos transportistas debieran ir pensando en cambiar de negocio, al igual que otros sectores en crisis. Esto es lo que tiene el libre mercado, pero hace tres años le gustaba a todo el mundo. Parece que algunos solo quieren este modo de reparto: “Los beneficios para mí y las pérdidas a repartir”.

No hay comentarios: